lunes, 18 de octubre de 2010

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Los tres amores (III): Amor Compasivo.

Vea Los tres Amores (I): Amor Erótico , Los tres Amores (II): Amor Admirativo

El ángel de los niños

Cuenta una antigua leyenda, que un niño, que estaba a punto de nacer le dijo a Dios:
- Me dicen que me vas a mandar mañana a la Tierra, pero ¿cómo viviré tan pequeño e indefenso como soy?
- Entre muchos ángeles escogí uno para ti, que te está esperando, él te cuidará.
- Pero dime: aquí en el cielo, no hago más que cantar y sonreír; eso basta para ser feliz.
- Tu ángel te cantará, te sonreirá todos los días y tú sentirás su amor y serás feliz.
- Y ¿cómo entenderé a la gente que me hable, si no conozco el extraño idioma que hablan los hombres? ¿Y qué haré cuando quiera hablar contigo?
- Tu ángel te juntará las manitas y te enseñara el camino para que regreses a mi presencia, aunque yo siempre estaré a tu lado.

En ese instante, una gran paz reinaba en el cielo, pero ya se oían voces terrestres y el niño presuroso, repetía suavemente:

- Dios mío, si ya me voy, dime su nombre... ¿cómo se llama mi ángel?

- Su nombre no importa, tú le dirás «mamá»...

No he encontrado mejor introducción que este cuento para continuar con la serie de "Los tres amores" que inicié hace unos meses. Cito al Dr. Naranjo "(...) El tipo de amor que en la literatura cristiana se llama agape o caridad es el que se expresa como generosidad y bondad y tal es el "amor al´prójimo" que caracteriza no sólo el camino cristiano sino a las enseñanzas de todas las religiones. Culmina esta forma de amor en la compasión, característica de seres que han llegado lejos en el camino, pero que es también intrínseco a la experiencia humana puesto que está presente ya en la experiencia de la maternidad. Y no sólo los humanos, sino todos los mamíferos exhiben también la conducta maternal que expresa un amor protector, auxiliador y potencialmente sacrificado."

  En líneas sucesivas, habla de que la imposición cultural de este tipo de amor: "hay que ser bueno" (lo que Nietzsche criticó duramente), ha actuado en detrimento de la bondad verdadera y espontánea que únicamente el ser humano es capaz de llevar al resto de seres humanos, más allá de lo filial. Sigo citando "(...) Pretendemos desarrollar la compasión. Cierto es que hay muy poca compasión y muy poca bondad en el mundo y que ello dice relación con un escaso desarrollo espiritual, pero también es cierto que la bondad no es algo que deba de ser inventada, pues la teníamos al comienzo, yace en nuestra naturaleza y sólo necesita ser recuperada.
En su teoría de los tres cerebros, al igual que relaciona el amor erótico con el cerebro instintivo (reptiliano) y el amor admirativo con el neocortex (exclusivamente humano), relaciona el amor-bondad con el cerebro medio, también conocido como cerebro emocional (propio de los mamíferos) .

 En resumen, aunque no es exclusivo de ésta, es en la conducta maternal donde aparece este tipo de amor de forma espontánea. Aunque, quiero resaltar que todos -madres y no, hombres y mujeres- tenemos esta capacidad de amar al otro como a uno mismo, de ser bondadosos y altruistas.
Pocas personas, con un grado de salud mental aceptable, dejarían abandonado a un bebé, propio o ajeno, humano o no. Así mismo, se han encontrado registros de niños criados presuntamente por animales, sobretodo por lobos, aunque también por osos, monos y gacelas. A lo largo de la literatura nos encontramos con muchas referencias a este fenómeno: el primero sería Enkidu de la Epopeya de Gilgamesh: después el caso de la loba que amamantó a Rómulo y Remo, fundadores de Roma. Hasta la historia de TarzánMoogly en "El libro de la selva" de Rudyard Kipling.
 Muy distinta sería la vida en la Tierra si tuviéramos esta capacidad de amarnos los unos a los otros sanamente desarrollada.
Voy a detenerme aquí dejando pendiente para una próxima entrada la vinculación entre los tres tipos de amor y la necesidad de integración y desarrollo armónico de estas diferentes capacidades de amar para la salud del ser humano
Y, para terminar, aquí os dejo una bonita canción de Lynda Lemay




Una madre... trabaja a tiempo completo, duerme con un ojo abierto, cuida como un perro, corre al menor ruido, se levanta temprano y hace noches cortas. Es cierto, se rompe de fatiga, danza por siempre su eterno baile, se queda junto a sus hijos, al precio de su juventud, al precio de su belleza.. Una madre... hace lo que puede. No lo puede hacer todo, pero lo hace lo mejor posible. Una madre... calma las disputas, peina otros cabellos con su propio cepillo. Una madre.. ya no es como otras chicas, se olvida de ser orgullosa, vive para su familia. Se le confía nuestro camino que es tomado como el centro en el fruto de sus entrañas. Una madre... está ahí y nos protege, con los ojos llenos de agua, los cabellos llenos de nieve. Una madre, en algún momento se dobla. Chirría cuando se inclina, ya no puede ser pesada. Cae, se rompe una cadera, muy rápidamente su sombra. Es su último domingo. Llora y se derrite ante nuestros ojos. Espera la delgadez de los ataúdes más pequeños. Oh, claro, quiere volver a ver junta a toda su progenie apiñada en su cuarto. Y parece ser aún fuerte hasta que su pequeño haya cerrado bien la puerta. Y cuando se vuelve a encontrar sola, espera dignamente encontrarse con el cielo. Y allí se da el derecho de cerrar ambos ojos a la vez. Una madre no debería marcharse, pero no se puede hacer nada. No se puede decir nada (Traducción aproximada)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡¡Qué gran razón y qué bonito artículo!! para reflexionar. Patricia.

parce dijo...

Muy bueno. Gracias por animarnos a reflexionar.

Merce dijo...

Hola!
Gracias Patricia.

Gracias Parce.

Besos a ambos.