sábado, 16 de febrero de 2008

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Las penas pesan en el corazón




Como monedas
tintineó su tema
la desilusión.
Con la boca roja
y grandes mamas flojas
la desilusión.
Fumando rubio
y exhalando alcohol.
Bordado el dueño de la cama
en la ropa interior.
Qué delirio en interrogación.
Qué suicidio en investigación.
Brillante exposición de modas
la desilusión.
.........
(Silvio Rodríguez
LA DESILUSIÓN)
Si nunca me hubiera ilusionado, no conocería la desilusión. Si bien la primera me dio esperanza confianza y fuerza para ir tras aquello que quería, la segunda es el aterrizaje forzoso que tan bien conocemos los que muchas veces pecamos de ilusos.
La ilusión motiva, renueva, da energía. Nos da fuerza para alcanzar el oasis cuando nos sentimos desfallecer en el desierto que, a veces, es la existencia.
La desilusión es una frustración y, como tal, duele, da rabia y entristece. A pesar de todas estas emociones displacenteras, nos da la oportunidad de aprender y de crecer. Uno de estos aprendizajes es a no perder la capacidad de volvernos a ilusionar.
"No porque me decepcionasen este año los Reyes Magos dejaré de creer en ellos".
Séquense las lágrimas tras llorar la pérdida del Sol y vénganse a contemplar las Estrellas. Aunque, de cuando en cuando, se les siga saltando alguna lagrimilla. No pasa nada. Así se limpian los ojos y el Alma.
Ah, y para comprobar el estado de su capacidad de ilusionarse, a pesar de las desilusiones, ayúdenme a encontrar el bebé de la foto. Una pista: miren como lo haría un niño.

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